TEA, Prevención de las Adicciones y Prácticas Restaurativas
El año pasado lo comentado y este año en la misma fecha lo reiteramos.
A pesar de que se cree que las características únicas de las personas TEA funcionan como inhibidores para el desarrollo de adicciones, en realidad, al menos en el contexto clínico, el consumo y abuso de sustancias impacta entre el 19 y el 30% de los individuos autistas.
Los principales motivos del consumo de alcohol y sustancias en esta tipologia de personas son:
- La presencia de ansiedad y otros trastornos psiquiátricos.
- La reducción de la inhibición social.
- La posibilidad de olvidar los propios problemas y experimentar una sensación de paz.
- La capacidad de superar el día y superar la frustración.
En realidad, a pesar de que estos beneficios se manifiestan a corto plazo, los impactos adversos de la ingesta constante de sustancias pueden deteriorar considerablemente la calidad de vida de los individuos en el espectro, incluyendo el deterioro de la habilidad para anticipar las consecuencias de su comportamiento y el incremento de la complejidad para acatar las normas formales e informales.
Para nuestra Asociación, que además de actuar constantemente para prevenir el desarrollo de adicciones se esfuerza por favorecer la inclusión de cualquier persona que esté en riesgo de exclusión social, es fundamental que este tipo de usuario y usuaria sea involucrado en nuestras actividades. Sobre todo en las actividades de prevención.
Actualmente, una parte de nuestros usuarios más jóvenes se encuentra dentro del espectro autista.
La necesidad de fomentar un entorno de respeto mutuo, responsabilidad y cohesión social que permita desarrollar habilidades sociales adecuadas ha determinado que las prácticas restaurativas se hayan convertido en una herramienta para usar diariamente.
Las Prácticas Restaurativas son instrumentos empleados tanto para prevenir tensiones y conflictos, como para solucionarlos. Normalmente, el término "conflicto" se interpreta de manera negativa y suele estar relacionado con "violencia". No obstante, no toda violencia es una manifestación de un conflicto, ni tampoco todos los conflictos producen manifestaciones violentas. Al manejar el conflicto de manera pacífica, tanto el conflicto como todo el proceso que lleva a su solución representan una oportunidad para nuestro desarrollo individual y colectivo. Por lo tanto, no debemos considerar el conflicto sólo como una crisis, sino también como una oportunidad para aprender, desarrollarse y transformarse.
Nuestra elección de esta herramienta ha sido “obligada” porque los menores TEA y adolescentes son más susceptibles a verse en circunstancias de conflicto. Es imprescindible que en un entorno educativo como el nuestro, se indiquen métodos para resolver conflictos que funcionen como aprendizaje positivo tanto social como personal.
Las prácticas restaurativas aportan a todos nuestro usuarios y usuarias:
• la capacidad de resolver pacíficamente los conflictos,
• la capacidad de mejorar la convivencia,
• la adquisición y el desarrollo de la escucha,
• la capacidad de entender los procesos culturales y personales que inciden en la comunicación para promover actitudes positivas,
• fomentar la comunicación mediante la utilización de medios adecuados al contexto
En pocas palabras: las prácticas restaurativas, de forma inclusiva y natural, posibilitan que los usuarios y usuarias TEA se encuentren en un ambiente que promueva y facilite la comunicación verbal y no verbal, las capacidades para la interacción social y la adaptabilidad en comportamiento y razonamiento.
Todo esto porque seguimos estando convencidos de que la verdadera forma de prevenir la exclusión social y las adicciones implica el entendimiento directo y la inclusión en el grupo de pares desde la infancia, sin diferenciar entre individuos neurotípicos y neurodivergentes.
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