Limites que cuidan: protegiendo a las nuevas generaciones
En el trabajo de prevención con menores, como el que realiza nuestra Asociación en el ámbito de las adicciones, es fundamental y obligatorio mantener contacto, implicarse en la educación y colaborar con la familia de origen de los usuarios y usuarias.
A menudo trabajamos con padres que, pese a su buena voluntad y compromiso, creen erróneamente que una educación positiva excluye la necesidad de establecer límites y consecuencias para las acciones de sus hijos e hijas.
Esta tipología de educación no excluye la necesidad de establecer límites y consecuencias para las acciones de los/as menores, si no está basada en crear límites claros y justos para que los niños se sientan seguros y aprendan a tomar decisiones responsables y las consecuencias se enfocan en enseñar a los niños a tomar responsabilidad por sus acciones y a aprender de sus errores, sin ser punitivas o agresivas.
Esto no quiere decir, en absoluto, que límites y consecuencias sean dañinos, al revés la falta de límites en la educación puede provocar diversos problemas en el desarrollo emocional, social y psicológico de un hijo/a.
Los niños y niñas sin límites pueden sentirse inseguros, ansiosos, desorientados y con dificultades para controlar sus emociones y se vuelven vulnerables a las influencias negativas. A largo plazo, esta falta de estructura y disciplina puede causar dificultades en las relaciones interpersonales, baja tolerancia a la frustración, generar ansiedad e incrementar el estrés, comportamientos problemáticos y predisponer al desarrollo de conductas adictivas en la adolescencia.
Por eso, para nuestras profesionales, es fundamental que las familias colaboren aprendiendo a establecer límites claros y justos con sus hijos e hijas.
Muchos padres son reticentes a establecer límites efectivos porque piensan que pueden crear un muro entre ellos y sus hijos/as, cuando, en realidad, establecerlos muestra cuánto les importan. La parte más difícil de este proceso es encontrar un equilibrio entre la necesidad de independencia del menor y la necesidad de control del padre.
Partiendo del supuesto de que cada individuo es diferente y tiene necesidades distintas, cuando se establecen límites es necesario que:
- Sean claros en cuanto al objetivo y las expectativas (qué se puede hacer y qué no, cuándo y cómo)
- Sean flexibles para adaptarse y ser apropiados según la edad
- Sean acordados, compartidos y aceptados por el menor
- Tengan consecuencias que sean claras, realistas y proporcionales a la infracción.
Incluso estableciendo límites, habrá errores por parte de los/as menores, ya que somos humanos y esta es nuestra forma de aprender. En este caso, es necesario que los padres:
- Aprendan a contener sus respuestas emocionales
- Eviten las amenazas (que solo ayudan a perder credibilidad)
- Que las consecuencias sean exclusivamente las previamente establecidas
... Pero si las cosas van bien, es necesario reforzar la actitud positiva en los/as menores. No con "cosas", sino con actitudes tangibles y palabras.
Porque una comunicación abierta y honesta es la base de cualquier relación, pero en este tipo de educación mucho más.
En resumen la prevención de adicciones en menores requiere la colaboración entre instituciones y familias.
Trabajando codo a codo con las familias, podemos ayudar a los/las menores a desarrollar la responsabilidad y el autocontrol necesarios para tomar decisiones saludables
y evitar el desarrollo de adicciones.
Los límites y consecuencias son herramientas importantes para lograr este objetivo, ya que ayudan a los niños a desarrollar la autodisciplina y la responsabilidad.
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