¿ADICCIÓN SIN DROGA?

¿Qué es la Adicción Sin Sustancia?


Históricamente, cuando se hablaba de adicción hacíamos referencia exclusivamente a la adicción a las drogas (ej. cannabis, anfetaminas, cocaína, opiáceos, cafeína, nicotina o alcohol). Sin embargo, en los últimos años, se ha descubierto que el elemento fundamental de todos los trastornos adictivos es la falta de control sobre determinada conducta, que al comienzo resulta placentera pero que luego va ganando terreno entre sus prioridades hasta llegar a dominar su vida (Echeburúa, 1999; Cía, 2018).

Actualmente las adicciones no se limitan a las conductas derivadas del consumo incontrolable de sustancias, sino que existen hábitos de conducta aparentemente inofensivos que pueden transformarse en adictivos y obstaculizar gravemente la vida cotidiana si se dan unas circunstancias determinadas (Echeburúa, 1999).

Podemos volvernos adictos a conductas tan normales y placenteras como comer, hacer deporte, ir de compras, tener sexo o incluso trabajar.

El principal aspecto de la adicción conductual no es realmente el tipo de conducta implicada, sino la manera de relacionarse que la persona constituye con ella. Realmente, cualquier actividad que genere placer para una persona parece tener cierto grado de susceptibilidad para convertirse en una conducta adictiva.

En consecuencia, cuando se pierde la capacidad de decidir libremente sobre el uso que uno hace de la actividad de la que se trate, será la propia conducta la que se apropie del control sobre la persona, privándole de la capacidad de decidir acerca, por ejemplo, del tiempo que le ofrece, del dinero que se gasta en ella o de la cantidad de otras posibles actividades que llega a dejar de lado con el objetivo de dedicar más atención y tiempo a la conducta adictiva.

Síntomas comunes en una adicción conductual (Griffiths, 2005):

  • Necesidad imperiosa, deseo muy intenso o ansia de llevar a cabo la conducta placentera.

  • Pérdida progresiva a lo largo del tiempo del control sobre la actividad placentera, hasta llegar al descontrol.

  • Abandono de las actividades habituales y/o placenteras anteriores (ej. Académicas, laborales, de ocio, familiares o sociales).

  • Las consecuencias negativas se hacen notorias y suelen advertirse a la persona que sufre la adicción por el entorno social o familiar más cercano. Sin embargo, la actividad no se detiene y se manifiesta una conducta defensiva y negadora.

  • Las relaciones, intereses o actividades empiezan a girar en torno a la conducta adictiva, abandonando o descuidando las relaciones e intereses previos que son ajenos a dicha conducta.

  • Cuando la conducta no se puede llevar a cabo surgen estados de malestar e irritabilidad (abstinencia), que surgen cada vez en periodos más cortos de tiempo.

En la sociedad, conductas como comprar, trabajar, practicar sexo, jugar, etc. son conductas que están socialmente aceptadas y tienen el núcleo común de proveer un estado de gratificación inmediata (Marlatt y Gordon, 1985). Cuando la relación que la persona mantiene con la conducta empieza a ser problemática (porque pasa excesivo tiempo realizándolas, porque deja de hacer otras cosas de mayor importancia, porque el tiempo que no está realizando la conducta lo está deseando...), se considera que la persona sufre una adicción conductual.


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