Alcohol: ¿ habito y/o adicción?

Según la OMS, el porcentaje de personas que consumen bebidas alcohólicas en España es del 70,9%.

Según la Encuesta EDADES (2022), el 93,2% de los españoles de entre 15 y 64 años ha consumido alcohol a lo largo de su vida.

Según la European Health Interview (EHIS), en una encuesta realizada entre 2018 y 2020 a personas mayores de 15 años cuyos datos muestran los patrones de consumo de todos ciudadanos de la UE, el 13% de los españoles consume bebidas alcohólicas cada día, lo que nos convierte en el segundo país de la Unión Europea, después de Portugal, con el consumo de alcohol más frecuente.

Sin embargo, el consumo en España no es tan exagerado como en otros países 

(el consumo excesivo de alcohol es inferior al 10%).

Los datos reportados no evidencian que la mayoría de la población tenga problemas de adicción o relacionados con el consumo ocasional de dosis masivas de alcohol, sino más bien que es mucho más fácil conocer a personas que toman esta sustancia psicoactiva y que puede crear adicción, que juntarse con personas abstemias.

Probablemente seamos los primeros en consumir dosis "inofensivas" de alcohol sin pensar que estamos consumiendo una droga legalizada.

Si estuviéramos hablando de otra sustancia psicoactiva ilegal probablemente cambiaríamos de grupo de amigos o al menos tendríamos más cuidado con nuestro consumo de alcohol.


¿A qué se debe esta incoherencia?


Ciertamente, gran parte de la culpa es atribuible a la "percepción social", es decir, cómo el consumo de alcohol es percibido por el público, cómo se trata y las medidas que se ponen en marcha para prevenirlo.

Partiendo de la premisa de que cada civilización tiene su propia "droga histórica", que siempre goza de privilegios de aceptación y de una fuerte resistencia a ser excluida o controlada, el alcohol, no cabe duda de que es la "droga" más antigua del mundo occidental y de la cultura del alcohol, especialmente la del vino en el Norte y de la cerveza en el Sur. Esta última está muy arraigada en nuestro País.

Todo esto crea una ambigüedad social que se refleja en la actitud con la que nos relacionamos con los que beben alcohol, mientras que el bebedor ocasional o moderado es exaltado, el alcohólico, es decir el que consume alcohol continuamente, es castigado y marginado.

La aparente sensatez de una sociedad que fomenta el consumo moderado de alcohol, choca con las propias características de esta sustancia que induce el perverso mecanismo de beber cada vez más. Al mismo tiempo, nuestra sociedad ha impedido que otras sustancias psicoactivas se tomen incluso en pequeñas dosis, por ejemplo el tabaco, otra sustancia psicoactiva legalizada.

Aunque España esté entre los países con más fumadores de la UE, con un 19,7% de la población que fuma todos los días, según los últimos datos disponibles de Eurostat (datos más antiguo 2019), los datos del Observatorio de la Asociación Española contra el Cáncer revelan que el número de consumidores se reduce un 0,1% respecto a 2020 frente al 9% del año anterior, pero es la primera vez desde 2017 que caen los fumadores diarios y también los ocasionales gracias a las medidas antitabaco del gobierno español, que se plantea un plan integral contra el tabaco hasta 2025 (herramienta con la que pretende reformar la ley antitabaco de 2010, tras constatarse que ha perdido efecto diez años después).

La lucha contra el consumo de tabaco es a diario, mientras las bebidas alcohólicas siguen en venta hasta en los quioscos de chucherías y son promocionadas en los medios de comunicación.

La ambigüedad no se detiene ahí, no hay dificultad para muchas personas en considerar el alcohol, siendo una sustancia adictiva, como una droga. La dificultad aumentaría cuando se tratara de definir el vino o la cerveza, u otra bebida espirituosa.

Sin embargo, si bien es cierto que las bebidas alcohólicas son en algunos aspectos diferentes entre sí, no es menos cierto que son similares en cuanto a los efectos que producen en el individuo, ya que éstos se deben al alcohol que contienen. 

De otra cuenta, en el caso del tabaco, en la última encuesta anual sobre tabaquismo de la semFYC promovida por la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, 9 de cada 10 españoles están a favor de endurecer las actuales medidas antitabaco, porque consideran que la legislación actual no es plenamente eficaz.

En la práctica, los datos reconocen implícitamente que el tabaco se percibe como una sustancia indiscutiblemente "peligrosa" para la propia salud y la de los demás.

En resumen, se podría concluir que el alcohol está normalizado en la sociedad y sigue gozando de una cierta aceptación social, mientras que la tendencia de otras drogas es considerarlas casi todas al mismo nivel y repudiarlas rigurosamente sin distinción.



¿Como me afecta?

Esta aceptación sobre el consumo de alcohol afecta a la vida de cada uno de nosotros: como en el caso de cualquier droga, aunque esté legalizada, cuanto mayor sea el número de personas que la consuman, mayores serán las posibilidades de empezar y seguir consumiendo.

Basta observar los datos reportados por ESTUDES (2022) para darse cuenta de cuán crucial es el factor social: el alcohol es la sustancia psicoactiva más consumida entre los jóvenes.

El 73,9% de los jóvenes entre 14 y 18 años ha bebido alguna vez en su vida, la mayoría vive en hogares donde se consumen bebidas alcohólicas y se encuentran y se relacionan con personas que consumen alcohol.

Además, se ha demostrado que en sociedades más tolerantes con el consumo de alcohol, como es el caso de la sociedad española, existe un mayor número de casos de alcoholismo.

Entonces, ¿tengo problemas con el alcohol?

Las clasificaciones diagnósticas, como el DSM-5, definen el trastorno por consumo de alcohol como "un conjunto de síntomas conductuales y físicos, entre los que encontramos el retraimiento, la tolerancia y los antojos intensos de consumo". Por otro lado, dentro de los criterios se enfatiza la frecuencia y el consumo recurrente de alcohol como parte fundamental del diagnóstico. 

Sin embargo, ¿se puede considerar este consumo recurrente como un hábito? o ¿Es el hábito por sí solo una adicción? La respuesta es NO. Una adicción, en este caso el alcoholismo, es una enfermedad que se desarrolla como consecuencia de diversos factores que nos empujan a pasar de un simple hábito a un consumo abusivo que termina modificando la estructura cerebral y el comportamiento del sujeto. En base a todos los factores que entran en juego, es importante señalar que la línea que separa el hábito del alcoholismo es muy delgada. En esta línea, encontramos factores biológicos, psicológicos y sociales que pueden ser controlados por el sujeto en cuestión, como su comportamiento, y otros que no están bajo su control, como el riesgo biológico. Por lo tanto, es necesario tener mucho cuidado al consumir bebidas alcohólicas, tratando de evitarlas, o al menos consumirlas con moderación. 

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