Una sorpresa desagradable.


 Siempre se ha creído que las características peculiares de las personas afectadas por TEA actúan como disuasorias para el desarrollo de trastornos por uso de sustancias, por lo que se pensaba que eran menos frecuentes en la población autista que en la población neurotípica.

En realidad, aunque los datos disponibles aún son marginales, se ha comprobado que, al menos en el ámbito clínico, el uso y abuso de sustancias afecta a entre el 19 y el 30% de los sujetos con autismo.

En particular, en el estudio publicado en JAMA Pediatrics la diferencia estuvo representada principalmente por un aumento tres veces mayor en el riesgo de trastorno por consumo de drogas seguido de un aumento dos veces mayor en el riesgo de trastorno por consumo de alcohol. Además, durante un período de seguimiento promedio de aproximadamente 8 años, los sujetos con autismo y trastorno por uso de sustancias concurrentes tenían un riesgo de muerte más de tres veces mayor que otros. (Riesgo de trastorno por uso de sustancias y sus asociaciones con comorbilidades y agentes psicotrópicos en pacientes con autismo. JAMA Pediatr. Publicado en línea el 4 de enero de 2021)

Además, según una investigación de Butwicka y colaboradores (2017), el riesgo es mayor si existe un diagnóstico posterior de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) y/o discapacidad cognitiva.

Parece que los principales motivos del consumo de alcohol y sustancias en individuos con autismo son la presencia de ansiedad y otros trastornos psiquiátricos, y algunas consecuencias del consumo, como la reducción de la inhibición social, la posibilidad de olvidar los propios problemas y experimentar una sensación de paz, la capacidad de superar el día y superar la frustración. En realidad, aunque estas ventajas están presentes a corto plazo, a largo plazo son más evidentes los efectos negativos de la ingesta regular de sustancias, que pueden empeorar significativamente la calidad de vida de las personas en el espectro: entre ellos, el empeoramiento de la capacidad de predecir las consecuencias del propio comportamiento y el aumento de la dificultad para cumplir las reglas formales e informales.

Los resultados de las investigaciones mencionadas pueden definirse como "críticos", aunque la evidencia está algo limitada por el uso del “término genérico” de “trastorno por abuso de sustancias”. En cualquier caso este tipo de estudios deberían ser una “llamada a la acción” para los profesionales sanitarios y más concretamente los pediatras, que son en la mayoría de los casos quienes tratan a pacientes con autismo.

En nuestro caso, como Asociación implicada a varios niveles en la prevención y ayuda a las personas con problemas de adicciones y a sus familiares, nuestro compromiso activo se materializa en la inclusión de menores con este tipo de trastorno en todas nuestras actividades lúdicas y educativas (#ociodiferente y #apoyoeducativoycreatividad) para que aprendan a gestionar sus emociones, las relaciones con los demás reduciendo la inhibición social y organizar de forma cociente y saludable el propio tiempo libre.

Creemos firmemente que la prevención de las adicciones pasa por el conocimiento directo y la integración en el grupo de iguales, sin distinción entre sujetos neurotípicos y neurodivergentes.

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